9 ago 2012

Confesión de un botijo



Estoy aterrado. Durante todo este tiempo he servido fielmente agua fresca a las bocas sedientas de la casa. No soy una simple vasija porosa de barro, soy un botijo tallado y esmaltado con pitorro de diseño. Alta artesanía que decora cualquier rincón dónde me coloquen. Creía que me apreciaban pero sospecho que no es así, juegan con mi vida.
Últimamente permiten, incluso alientan me atrevo a decir, que el pequeño de la casa beba de mí. ¿Nadie se da cuenta que a duras penas puede aguantar mi peso?. ¿No ven como tiemblan sus bracitos cuando estoy allá arriba?. Cualquier día acabo hecho añicos en el suelo.
Se me encoge el pitorro de miedo cada vez que le veo acercarse y rezo para que no tenga sed. Por dios, qué crezca pronto por favor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario