"Esta vez no erraré el tiro", era
el eslogan de gran tamaño que aparecía sobreimpresionado en un cartel
publicitario, a los pies de la foto de una sensual mujer que disparaba al
espectador una bala de intenso color rojo, pulsando su vaporizador de perfume.
Como ejemplar víctima consumista, mi vista
quedó hechizada por el cartel y
torpemente choqué con un bolardo, cayendo de bruces al suelo. Una escena tan
grotesca que hizo retorcerme de dolor y vergüenza.
La aparición de una fragancia de perfume femenino cambió el
guión. Una mujer tan anónima como hermosa se interesó por mi estado. El dolor
desapareció con sus ojos y en mi cabeza se repetía una y otra vez el eslogan.
Muy bueno, se cerró el círculo.. jeje
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