Llovía afuera y
yo sin paraguas. La primavera intentaba sabotear mi primer trabajo. Sonreí
ampliamente al retrovisor durante unos instantes, revisando que todo estuviera
en orden. Bajé del coche y corrí chapoteando con mis zapatones los cien metros
que me separaban de la casa. Llamé a la puerta empapado. Abrió un niño con un
gorrito multicolor en la cabeza. Dibujé mi mejor sonrisa como carta de
presentación.
-
- ¡Hola amiguito! ¡Feliz cumpleaños! Soy…
El crío corrió
hacia el interior de la casa gritando espantado. El espejo del hall, que había
frente a la puerta, reflejaba la imagen de un payaso con el maquillaje corrido,
digno de una película de terror. El arco iris burlón, asomaba como una sonrisa
multicolor. Alguien cerró la puerta bruscamente.