29 sept 2012

Puncherías



Como muchas noches el señor Puncho esperaba sonriendo de pie en el andén enmoquetado. Agarrando firmemente su maletín lleno de puncherías, escuchaba paciente como se acercaba su tren.
No había espacio para él. Siempre le tocaba viajar en el techo de un vagón. Se abría bien de piernas de forma que sus pies colgaban por los lados y se agarraba con su mano libre a la parte delantera del vagón.
Como muchas noches, el señor Puncho debía esperar al día siguiente para terminar su viaje. El tren chocaba con los pies de mamá que anunciaba como próxima estación, el pijama.

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