Las varices son las arrugas de la sangre
cuando envejece. Eso lo decía mi abuela cuando se acariciaba sus piernas
cansadas. Ahora, esto es lo primero que me viene a la cabeza cuando veo mi mano
manchada de sangre. La mente es extraña, te lanza mensajes sorprendentes en
momentos críticos como éste. Quizás sea para distraer mi atención ante la
gravedad del asunto o quizás es una forma de decirme que me he equivocado, que
he tentado a la suerte, que no debía haber venido aquí y haber tenido una vida
más tranquila para que mi sangre pudiera envejecer en paz. Sangre que ahora brota
y se escapa entre mis manos.
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