A mis cuarenta y tantos, con un largo
historial de relaciones tan poco comprometidas como efímeras, decidí vivir una
nueva experiencia y probar la vida
matrimonial sin que me supusiera grandes riesgos.
El matrimonio con LOVER3000 era como
contratar un servicio cualquiera, pagas un alta y después cada mensualidad. No
está al alcance de cualquier bolsillo pero es un capricho caro que tiene
resultados gratificantes desde el primer día. Trevor, así llamaba a mi LOVER, era
un conjunto de lo que cualquier mujer puede desear: detallista, conversador,
consejero, elegante, atento, bromista, buen amante, cariñoso, todo eso sin
perder su lado varonil, y además con un físico imponente... en todos los
sentidos.
Me sorprendía a mí misma por lo que sentía,
¿estaba enamorada? no sabría contestar pero nunca me imaginé que sería feliz
conviviendo con un hombre las veinticuatro horas del día. Él no trabajaba por
supuesto, era un amo de casa perfecto. Mi casa nunca había estado tan limpia y
decorada con tan buen gusto, y todos los días, a la vuelta del trabajo, me
esperaba con un masaje y extras que me hacían ver a dios, para concluir con una
cena digna de los mejores chefs.
Todo era ideal, hasta que TECEVOL decidió,
sin razones concretas, duplicar la cuota mensual de forma inesperada y tuve que
dejar de pagarles. A los dos meses de impagos, mi marido entró en modo
divorcio. Todo eran discusiones, reproches, falta de respeto, silencios y
distancia. Yo quería recuperar a mi Trevor, pero era imposible hacerle cambiar
su idea de divorcio. Se quería quedar con mi casa, mis cuentas, mi coche. Me
sentía estafada, engañada, decepcionada, indignada, furiosa, quería que
desapareciera de mi vida, pero los LOVER3000 están bien diseñados para este
tipo de crisis y era imposible deshacerme de él.
La única solución viable era una
destrucción lenta y silenciosa. Traje a mi madre a vivir con nosotros. Tras
tres meses de sobredosis de suegra en modo hostil veinticuatro horas al día,
los sistemas de Trevor comenzaron a fallar,
al principio de forma sutil, y después notablemente hasta un estado de bloqueo
total, dejándole postrado en un sillón como un elemento decorativo más de la
casa.
El juez me dio la razón al demostrar que el
producto contratado era defectuoso. Los de TECEVOL se vieron obligados a
cancelar mi deuda y aprendieron que no es recomendable hacer negocios con el corazón
de una mujer cabreada.
Interesante y original entrada pero esto no está fuera de la vida real, porque cada vez nos estamos volviendo menos humanos. Gracias a Blogs en Español he descubierto tu mundo. Saludos y continúa regalándonos tus artículos y tus vivencias.
ResponderEliminarseduccion y superacion